
Hasta el año pasado creía que perro y gato no podían convivir. En casa siempre nos habían gustado los perros y Hugo nos parecía perfecto. Misha era solo una cría cuando llegó. Es más, como creíamos que era una gatita, lo llamamos Maya durante meses; hasta que el veterinario nos sacó del error. Hugo es un pastor alemán de fuego y representa lo mejor de su especie: es bueno y cariñoso, además de un guardián estupendo. Misha es un gato común europeo con la M en la frente y cumple los tópicos que conocemos de los gatos: es mimoso, curioso y araña cuando quiere que lo dejen en paz. Hugo lo trata como a un cachorro y Misha juega con él al estilo gato. Como son parte de la familia, no podemos imaginarnos sin ellos. ¿Sentís lo mismo por vuestros perros y gatos?